[Inicio] ▼ [Contacto] ▼ [Créditos] ▼ [Far Wext]

Juan Verde Asorey

13:32

LA GUERRA Y LA LEY

Cuando queremos disimular un poco, preferimos hablar de ‘conflicto bélico’ (del ‘béllum’ latino), pero cuando nos referimos al fragor del combate, decimos ‘guerra’ (del germánico ‘werra’, discordia). Los guerreros suelen ser poco aficionados a los adjetivos, no tienen tiempo.

Si dos niños pequeños quieren el mismo juguete, no razonan, se pegan por él. Y cuando se lo arrebatan, lloran como si les arrancaran un miembro de su cuerpo, ya que no son capaces de diferenciar entre sujeto y objeto, por eso no saben ponerse nunca en ‘el lugar del otro’.

Esta forma infantil y primitiva de ser perdura a lo largo de la vida de muchas personas, y se perpetúa en algunas instituciones, como las militares. De hecho, algunos soldados solo se sienten realizados cuando ejercen la función ‘legal’ de eliminar al enemigo, incluso ‘dando su vida’ en el intento.

La historia de los conflictos entre clanes y pueblos muestra cómo se fueron creando grupos ‘profesionales’ y permanentes para resolverlos mediante la lucha. Los intentos éticos y jurídicos tuvieron muy poco éxito. Algunos de los componentes de estos grupos se dedicaron a la investigación y fabricación de artilugios para el combate ‘a distancia’ (honda, flecha, catapulta, fusil, bomba, misil...). Al final todos intentaron hacer lo mismo. La dialéctica de esta actividad productiva generó la interminable carrera de armamento, bajo el subterfugio moral de la ‘legítima defensa’.

Todavía sigue valiendo más el ‘para bellum’ (prepara la guerra) que el ‘para verbum’ (prepara la palabra). Se continúa justificando el instinto asesino, frente a la exigencia racional. Moralistas ha habido que llenaron páginas y páginas hablando de la guerra ‘justa’. Pero no nos engañemos, ninguna guerra es justa; puede ser justo que alguien se defienda, pero nunca se podrá justificar a todos los que intervienen en la lucha. Que alguien, en tiempo de paz y ‘serenamente’ decida preparar y hacer la guerra no se sustenta en ningunas razones éticas mejores que las que pueden asistir a cualquier grupo terrorista, ya que ni unos ni otros tienen en cuenta a toda la humanidad, ni calculan las consecuencias para todos los posibles afectados, y saben, además, que pisotean valores humanos básicos, como la libertad, la salud, la justicia y la vida. Todos buscan su patria, su economía, su religión... La única diferencia estriba en que en uno es ‘legal’ y el otro no. Pero, por desgracia, incluso las leyes de los distintos países, son hechas desde la posición y el interés de quienes esperan sacar algún provecho especial de su participación en el combate, sin considerar las desgracias de otros.